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jueves, 19 de noviembre de 2015

La guerra, la guerra nunca cambia

Recemos por París. Una frase sencilla y sin más intención que la de solidarizarse con lo horribles atentados que tuvieron lugar la fatídica noche del pasado 13 de Noviembre (viernes, como los más supersticiosos se empeñan en recordar.) ¿Hace falta que dé yo también los pormenores de la tragedia? A estas alturas, ya sea por los medios de comunicación, por la prensa o por el boca a boca, todo el mundo se ha enterado de la noticia. Las redes sociales arden con el hastag con el que he abierto esta entrada.

Pero ¿entonces, os preguntaréis, qué hay que contar? ¿Qué hay de nuevo? ¿Qué hay de relevante en lo que yo tenga que decir?
Bien, la importancia de mi opinión la dejaré a juicio personal; pero aún puedo responder el resto de preguntas.

Sucede que, casi al mismo tiempo que la noticia se extendía de click en click por todos los continentes, una segunda corriente de pensamiento se abría paso entre los receptores de este descorazonador mensaje. Protestas contra la hipocresía de esta sociedad que tan simpatizante se acababa de mostrar con lo sucedido en París, pero que ya hacía tiempo que prestaba oídos sordos a los estragos de la guerra en Siria. Voces clamando la injusticia del olvido a la que el vertiginoso ritmo de vida de nuestro egoísmo ha sometido los diversos conflictos que tienen lugar en Oriente Medio.
Y no me malinterpretéis, no pretendo mostrar ninguna clase de maldad oculta en estos actos; sino más bien todo lo contrario. El mundo demanda atención, y es deber nuestro dársela. Pero este malestar general, derivado del hecho de que los pastores hayan desviado la atención del rebaño de las crisis bélicas en marcha, no debe cebarse con los atentados de París para apaciguar su ira. No es racional comparar ambas cosas.
Menospreciar la muerte de más de cien personas simplemente por su nacionalidad, ¿es eso justo? ¿Debemos dejar de sentir lástima, pena, compasión; sólo por el sueldo que cobraban, por el tipo de música que escuchaban? ¿Debemos indignarnos de que se muestre empatía simplemente porque ha ocurrido en Occidente? Y sí, soy perfectamente consciente de que esto se aplica igualmente a los países donde se está librando ahora mismo la Yihad; pero a veces olvidamos que no por ello debe dejar de aplicarse en los países del "Primer Mundo" (que es el primero en todo. Xenofobia incluida.)

La guerra se ha cobrado demasiadas vidas. No tiene sentido obviarlo. Vidas inocentes y no tan inocentes, vidas jóvenes y viejas, vidas tristes y felices. Cada minuto que pasa, cada bomba que cae, cada bala disparada, el número aumenta. En Siria, en Irán; en todas partes. Ataques y atentados y sangre derramada. Llamadlo como queráis. Esto es la guerra. Y la guerra, la guerra nunca cambia.

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