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domingo, 28 de septiembre de 2014

Uno mismo

Hoy, ahora mismo, al mirarme al espejo, me he sorprendido al ver mi cara. No tenía nada especial, sólo era yo. No había cambiado mucho desde que me miré al lavarme los dientes. Pero me ha sorprendido, ha sido extraño encontrarme a mí misma en el espejo. Creo que ha sido por el contraste de estar viendo Precious (he tenido que dejar de verla, por cierto, mi estómago no da para tanto) y de repente… Pues, yo. No sé, es extraño. Me ha hecho preguntarme qué hago ahí, ¿por qué no soy cualquier otra persona? Con la cantidad de gente distinta que hay y en el espejo sólo estoy yo…

Verme así, con las luces del cuarto de baño encendidas y alumbrándome, con esa cara que me es familiar y a la vez desconocida, sin preocupaciones más allá de qué día caerá tal o cual examen; mientras en la penumbra del salón, en la tele, una chica obesa de dieciséis años es maltratada por su madre  y trata de cuidar a su segundo hijo.
Ya sé que sólo es una película, pero esa situación podría ser real para alguien en alguna parte del mundo. Y mientras tanto, me pregunto ¿por qué ese alguien no soy yo, y sin embargo yo soy yo misma? ¿Por qué no he nacido yo en esa otra punta del mundo? ¿Qué es lo que nos determina a ser quienes somos, a estar donde estamos, a tomar las decisiones que tomamos, a nacer donde nacemos? Y no es la genética, porque mis padres podrían haber vivido en Canadá y yo haber nacido en el año 2100 y las cosas serían diferentes. También serían diferentes si yo hubiera tenido otros padres, o si no hubiera tenido hermanos, o si estuviera en otro colegio u otra ciudad. Si yo hubiera tenido otra cara, otras aficiones, otros amigos, otra forma de vestir;  las cosas podrían haber diferentes. Si yo tuviera otra forma de pensar. Si al mirarme al espejo no me hiciera estas preguntas, y si fuera capaz de quedarme a ver la película entera.

Las cosas podrían haber sido diferentes. Yo podría haber sido otra persona. ¿Hubiera sido feliz siendo otra persona? Puede ser. No echaría de menos ser como soy ahora, porque nunca lo habría sido. O quizá sintiera como si me faltara algo, porque esa vida no está hecha para mí.

Igual cada uno tiene una razón de ser, y es como es por una razón. Quizá cada persona decide su vida y a partir de ahí se forja su personalidad; o quizá se le da una vida predeterminada y elige cómo quiere encararla; o puede que sencillamente uno elige cómo quiere ser y a partir de ahí se decida su vida. Incluso puede ser que tu forma de pensar y tu vida estén completamente en tus manos.

Yo sigo siendo yo misma, y sigo viviendo mi vida. Mañana, al levantarme, seguiré siéndolo, y al mirarme al espejo veré la misma cara. Sería un poco raro si no lo hiciera, ¿verdad? Yo no elegí ser así, no cogí y antes de nacer me estructuré mi vida perfectamente, “la madrugada del 26 al 27 de septiembre de 2014 te plantearás tu existencia”; pero sí que puedo elegir cómo reaccionar ante la vida. Puedo decidir si me gusta ser como soy, si quiero cambiar algo, si soy feliz…


Esta reflexión no tiene conclusión, al menos no como a mí me gustaría. He abierto un montón de interrogantes sin cerrar ninguno. Pero es que esas preguntas, por ahora, no tienen respuesta. Tratar de pensar una sólo conduce a más y más preguntas, y ya es suficiente por hoy.

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