Hoy, ahora mismo, al mirarme al espejo, me he sorprendido al
ver mi cara. No tenía nada especial, sólo era yo. No había cambiado mucho desde
que me miré al lavarme los dientes. Pero me ha sorprendido, ha sido extraño
encontrarme a mí misma en el espejo. Creo que ha sido por el contraste de estar
viendo Precious (he tenido que dejar de verla, por cierto, mi estómago no da
para tanto) y de repente… Pues, yo. No sé, es extraño. Me ha hecho preguntarme
qué hago ahí, ¿por qué no soy cualquier otra persona? Con la cantidad de gente
distinta que hay y en el espejo sólo estoy yo…
Verme así, con las luces del cuarto de baño encendidas y
alumbrándome, con esa cara que me es familiar y a la vez desconocida, sin
preocupaciones más allá de qué día caerá tal o cual examen; mientras en la
penumbra del salón, en la tele, una chica obesa de dieciséis años es maltratada
por su madre y trata de cuidar a su
segundo hijo.
Ya sé que sólo es una película, pero esa situación podría
ser real para alguien en alguna parte del mundo. Y mientras tanto, me pregunto
¿por qué ese alguien no soy yo, y sin embargo yo soy yo misma? ¿Por qué no he
nacido yo en esa otra punta del mundo? ¿Qué es lo que nos determina a ser
quienes somos, a estar donde estamos, a tomar las decisiones que tomamos, a
nacer donde nacemos? Y no es la genética, porque mis padres podrían haber
vivido en Canadá y yo haber nacido en el año 2100 y las cosas serían
diferentes. También serían diferentes si yo hubiera tenido otros padres, o si
no hubiera tenido hermanos, o si estuviera en otro colegio u otra ciudad. Si yo
hubiera tenido otra cara, otras aficiones, otros amigos, otra forma de
vestir; las cosas podrían haber
diferentes. Si yo tuviera otra forma de pensar. Si al mirarme al espejo no me
hiciera estas preguntas, y si fuera capaz de quedarme a ver la película entera.
Las cosas podrían haber sido diferentes. Yo podría haber
sido otra persona. ¿Hubiera sido feliz siendo otra persona? Puede ser. No echaría
de menos ser como soy ahora, porque nunca lo habría sido. O quizá sintiera como
si me faltara algo, porque esa vida no está hecha para mí.
Igual cada uno tiene una razón de ser, y es como es por una
razón. Quizá cada persona decide su vida y a partir de ahí se forja su
personalidad; o quizá se le da una vida predeterminada y elige cómo quiere
encararla; o puede que sencillamente uno elige cómo quiere ser y a partir de ahí
se decida su vida. Incluso puede ser que tu forma de pensar y tu vida estén
completamente en tus manos.
Yo sigo siendo yo misma, y sigo viviendo mi vida. Mañana, al
levantarme, seguiré siéndolo, y al mirarme al espejo veré la misma cara. Sería
un poco raro si no lo hiciera, ¿verdad? Yo no elegí ser así, no cogí y antes de
nacer me estructuré mi vida perfectamente, “la madrugada del 26 al 27 de septiembre
de 2014 te plantearás tu existencia”; pero sí que puedo elegir cómo reaccionar
ante la vida. Puedo decidir si me gusta ser como soy, si quiero cambiar algo,
si soy feliz…
Esta reflexión no tiene conclusión, al menos no como a mí me
gustaría. He abierto un montón de interrogantes sin cerrar ninguno. Pero es que
esas preguntas, por ahora, no tienen respuesta. Tratar de pensar una sólo
conduce a más y más preguntas, y ya es suficiente por hoy.
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